La revisión de la Norma ISO 9001:2015 ha introducido novedades en relación con el contexto en el que
Como ya he dicho anteriormente, uno de los ejes sobre los que se asienta la revisión de la Norma ISO 9001:2015 ha sido la revisión de la imagen del contexto y la importancia que esta ocupa para las actividades de la empresa.
Y es que la norma nos indica que la empresa no puede quedarse en una valoración interna, sino que debe determinar todas aquellas cuestiones o factores, tanto internos como externos, que pueden afectar en su capacidad para lograr los objetivos marcados o los resultados previstos.
Aquí el verbo “debe” tiene especial relevancia ya que esta actividad que debe ser realizada por la organización y revisada periódicamente para adaptarla a los cambios que pueden haberse producido, aspectos que han cambiado o puntos que ya no se consideran adecuados o que deben ser añadidos, se convierte en un requisito.
Todo ello con el objetivo de reforzar la meta de alcanzar la conformidad de los requisitos del producto o servicio y la satisfacción del cliente, características ambas de la Norma ISO 9001 desde varias versiones anteriores.
¿Cómo definimos el contexto de la empresa?
Lamentablemente, para realizar esta definición la Norma ISO 9001:2015 no nos indica ninguna metodología, herramienta o fuente concreta de información que consultar, sino que es la empresa, valorando sus capacidades, situación y recursos, la que elegirá la metodología o combinación de ellas que mejor se adapte a sus objetivos. A modo de ejemplo se puede utilizar:
Análisis DAFO (Debilidades, Amenazas, Fortalezas y Oportunidades).
Estudios de Mercado.
Análisis de la Competencia.
La nota incluida en la norma en este apartado viene a aportarnos un poco de luz y a delimitar un poco más el amplio campo que se abre ante nosotros para facilitar la tarea a emprender.
De esta forma, las cuestiones externas a valorar surgen de la legislación a cumplir, la tecnología que podemos disponer y a la que debemos adaptarnos, las características del mercado así como las sociales, culturales y económicas a las que nos enfrentamos, sin olvidarnos de nuestra relación con la competencia.
Por otra parte, en el contexto interno entran en juego el desempeño, los conocimientos de que dispone la empresa, la cultura y los valores de los que parte y promociona. Sin caer en el error, eso sí, de quedarnos de forma exclusiva en lo negativo o lo positivo, sino que lograr un adecuado equilibrio es clave.